miércoles, 26 de septiembre de 2012

The bride's secret

¡Increíble pero cierto!

Tod@ aquel que me conoce, aunque sea un poquito, sabe que yo, la novia, soy lo más indeciso del mundo. Me he podido llevar 20 minutos (verídico) escogiendo un sabor de helado. También soy muy dada a , llevarme mucho tiempo con una decisión tomada y cambiarla en el último momento, lo que viene siendo hacer un "Remedios Cervantes".

Por eso,  pensaba que esta ocasión iba a ser diferente. Pensaba que iba a recorrerme tiendas y tiendas de trajes de novia, me probaría treinta mil trajes, recorrería Cádiz y provincia, y que ninguno me convencería. O que me gustarían 3 o 4, y nunca sabría por cuál decidirme. Y encima, sabiendo que era una decisión que no podría cambiarla en el último momento, ni podría descambiarla ni nada.

Unos días antes de ir a ver mi traje de novia estuve buscando por foros de Internet, en los que las futuras novias hablaban de cómo había sido la elección de su traje, algunas habían ido a varias tiendas, otras sólo a dos,... pero todas coincidían en lo mismo: cuando encontrabas TU traje, lo sabías. Lo sentías. Era TU traje, como si estuviera hecho para tí. Esto, lo que a mi me provocaba era una arcada de merenguismo y ñoñería con la que yo no coincidía; nunca me tragué eso del zapato de Cenicienta que sólo le entraba a ella ¿qué número de zapato tenía, el 32? Porque si hubiera tenido el 38 el Príncipe habría tardado 5 minutos en encontrar una dueña para el zapato...

Total, que llegó el día en el que tuve mi primera cita en una de las tiendas que tenía pensado visitar. Cuando llegué, acompañada de mi madre (¡quién si no!) nos pasaron a unos ordenadores, en el que nos mostraban el catálogo completo y teníamos que elegir aquellos vestidos que más me gustaran. De 500 vestidos que había, no llegué a ver ni la mitad, y cuando la vendedora llegó, vió más o menos mi estilo.

Así que nos pasó a la sala del probador. Esta estaba compuesta de dos probadores que daban a un salón donde mi madre me esperaba, sentada en un sofá. Muy mono todo.
La vendedora llegó con el primer traje; me ayudó a ponérmelo, me peinó un poco y me pidió que me mirara en el espejo; esa vez, por fin, me vi de novia... No sé cómo explicar esa sensación... pero la simplificaré en una sensación agradable pero a la vez nerviosa.
La vendedora me pidió que saliera para que mi madre me viera. Se abrió la cortina, y mi madre me pudo ver  de novia, de blanco,... las lagrimillas empezaron a escaparse, la sonrisa cómplice entre las dos, me acercaba a ella,.... y me pisé el vestido. Me caí de boca delante de mi madre. ¡Se acabó el momento madre-hija-lacrimoso! Mi madre me dice ahora que sólo me podía haber pasado eso a mi. Que si no me pasa nada a la prueba del vestido le hubiera faltado algo. Qué razón tiene.

En fin... iba muy guapa, me gustaba mucho,... pero no era yo. Definitivamente, era un disfraz de novia en vez de un vestido. No me veía cómoda en él, no parecía yo misma. Así que la vendedora me trajo otro diferente. Este sí que me gustó mucho más. Ya se iba pareciendo al traje de novia que tenía en mente. Pero le faltaba algo, le sobraba otra cosa. La vendedora me miró y me dijo que me esperase tres minutos, que había tenido una idea.

Y llego con el tercer vestido. Ese sí que tenía aquello que le faltaba al otro, ese sí que tenía aquello que le sobraba al primero,... este no era un disfraz. Era un vestido de novia. Y yo me veía en él. En esta ocasión sí sentí una sensación agradable, nada nerviosa,... es como cuando vas con vaqueros y camiseta, te sientes tú misma, no tienes que demostrar nada,... pero claro, a GRAN escala!

Entonces, llegó el momento de la decisión: ¿seguir buscando o quedarme con este? El momentazo nomeaclaro me llegó... pero, afortunadamente, allí estaba mami. Le bastó UN consejo, UNA frase que me dió para tenerlo totalmente claro: este era el vestido que estaba buscando. Iría a otras tiendas y me probaría otros trajes, pero estaría pensando en este.

Así que, finalmente, dejé las dudas a un lado y me lancé. ¡Y estoy super contenta! De verdad, nunca en mi vida pensé que hacerme con mi vestido de novia iba a ser tan sencillo y tan complicado a la vez...
Para los que tienen dudas, que sepáis que NO pienso dar ni una pistita... pero quien me conoce (bien) seguro que no falla en sus quinielas ;)





Realmente yo quería este, pero no podía conseguirlo. ¡Demasiado glamouroso para mí!


No hay comentarios:

Publicar un comentario